NO, Guillermo Alonso
Las prisas nunca fueron buenas. Y cuanta razón tenía mi madre cuando lo decía, es totalmente cierto que a la hora de tomar decisiones es preferible, además de haberlas pensado y valorado debidamente, consensuarlas con los adversarios, y esto es lo que ocurre en el tema de la Ley Beckham y su posible derogación.
El hecho de que el gobierno no se haya acordado de la otra parte, los clubes, hace que a todo esto le falte una pata.
Vamos a ver, en una primera lectura parece lógica la derogación de la ley, pues no parece de recibo que unos ciudadanos, sean extranjeros o no, trabajan en este país y tengan unos privilegios fiscales que los nacionales no tienen. Además, otras federaciones nacionales –italiana o inglesa-, se han quejado a la UEFA, poniendo de manifiesto la desventaja de sus equipos a la hora de contratar futbolistas por el régimen fiscal de sus países -aquí estamos en un 24% cuando allí están cerca del 50%-.
Algo hay que dejar claro y es que esta diferencia de cotización la pagan los clubes, no los jugadores, pues ellos negocian la ficha por una cantidad cerrada, lo que supone un mayor gasto para las entidades.
Ahora bien, la economía tiene otros matices y los equipos, al menos se supone, hacen sus inversiones a largo plazo, no improvisan como los políticos y sacan una ley cuando les viene en gana.
Por ello hay que negociar con la parte que genera -clubes-, y posiblemente reconvertir todo el sistema, empezando por las quinielas -recordemos que sólo reciben el 10%, aunque son los que generan todo el beneficio-.
Otro punto caliente es el muy comentado partido en abierto y la intención de eliminarlo para compensar esta subida. Este es un terreno delicado que habría que tratar con mucha sensibilidad, ¿Hemos pensado cuantas personas están esperando que llegue el sábado para ver un partido?, ¿Qué sucede con las pequeñas localidades y pueblos perdidos por nuestro país?, ¿Y con aquéllos que no pueden pagarse la Tv de pago?
Estoy en contra porque a todos los interesados: clubes, jugadores, televisiones, público y otras empresas -que son muchas-, sólo les perjudicaría, aunque insisto en que hay que negociar correctamente para que todos seamos iguales.
No obstante, conociendo la importante deuda que arrastran todos los equipos, el fútbol probablemente debería pensar en el país que está, el lugar que ocupa en el mundo y la posición económica que representa; pues parece un disparate ser la novena economía del mundo –según algunos indicadores-, y tener el mercado laboral lleno de mileuristas; al tiempo que se posee el deporte más caro.
SÍ, Daniel Canales
Igualdad, proporcionalidad… no son sólo adjetivos, también se constituyen como principios rectores del sistema tributario español. Igualdad referida a que ante mismos supuestos de hecho ha de aplicarse la misma norma; proporcionalidad entendida en base a la capacidad de pago y situación del contribuyente.
¿Qué diferencia a un jugador profesional de fútbol español y a otro extranjero, ligados por contrato a un club parte de la LPF con remuneración anual superior a los 600.000 €, para que el tipo impositivo de uno sea del 43% y otro del 24%?
Varias voces claman que tal diferencia de cifras es el adalid de la competitividad de la liga española. A mi modo de ver afirmar tal cosa es dejar en evidencia tanto a nuestros equipos como jugadores; parece como sí lo único que pudiéramos ofrecer a las estrellas de fútbol es un paraíso fiscal -recordemos que el resto de ligas europeas funcionan con equiparación de impuestos-.
Pero más allá de lo dispuesto en nuestra legislación; estamos hablando de personas con nóminas anuales superiores a los 600.000 € que ni mucho menos van a ver mermada su economía (apenas un ajuste) máxime cuando cuentan con suculentos contratos publicitarios; se trata de medidas que entrarán en vigor con efecto retroactivo no afectando por tanto a los contratos ya firmados; nos referimos a medidas que no serán aplicables ni tan siquiera a los jugadores con contrato actual en los próximos cinco años…
Me asombra el debate que genera una medida así, mientras la crisis está en boca de todos; eso sí, al “furbol” que no lo toquen.
¿Qué diferencia a un jugador profesional de fútbol español y a otro extranjero, ligados por contrato a un club parte de la LPF con remuneración anual superior a los 600.000 €, para que el tipo impositivo de uno sea del 43% y otro del 24%?
Varias voces claman que tal diferencia de cifras es el adalid de la competitividad de la liga española. A mi modo de ver afirmar tal cosa es dejar en evidencia tanto a nuestros equipos como jugadores; parece como sí lo único que pudiéramos ofrecer a las estrellas de fútbol es un paraíso fiscal -recordemos que el resto de ligas europeas funcionan con equiparación de impuestos-.
Pero más allá de lo dispuesto en nuestra legislación; estamos hablando de personas con nóminas anuales superiores a los 600.000 € que ni mucho menos van a ver mermada su economía (apenas un ajuste) máxime cuando cuentan con suculentos contratos publicitarios; se trata de medidas que entrarán en vigor con efecto retroactivo no afectando por tanto a los contratos ya firmados; nos referimos a medidas que no serán aplicables ni tan siquiera a los jugadores con contrato actual en los próximos cinco años…
Me asombra el debate que genera una medida así, mientras la crisis está en boca de todos; eso sí, al “furbol” que no lo toquen.
1 comentarios:
Soy Lau! Te agrego!! AuPa ATLETI! Nunca tu solo caminarás,, desde el cielo te voy a animar!
Publicar un comentario